Es un amanecer alargado hasta el absurdo, abrigando a dos seres compartiendo las olas que mojan sus cuerpos, sus presencias en casi perfecta fusión y entrega, sus palabras que se riegan de manera exquisita en la bahía… El cielo como fuego eterno atestigua sus miradas, sus porciones de misterio, sus fibras de energía fluyendo y entrelazándose en secreto como una sospecha intrusa.
Yo los observo desde atrás, y al mismo tiempo soy el que está sentado junto a ella vagando en el agua con sus abismales ojos.
El tiempo no importa, después de todo es una ilusión, como el escenario que los rodea sazonando su complicidad exótica, la suave brisa que los acaricia y los consiente…
Una lágrima se manifiesta en el rostro de ella, pero con delicado secuestro él la frota hasta desaparecerla mientras se embriaga con sus ojos, un brebaje parpadeante y demencial…
La mañana continúa avanzando lenta y majestuosamente… De repente volteo y no están más, quizás escaparon junto a las olas, quizás caminan a la deriva, quizás ya están amándose en algún pedazo de maravilla donde fluyen ligeros y desprendidos del mundo.
